La tensión arterial es la presión que ejerce la sangre sobre las arterias. Esta presión debe estar entre unos valores normales de 120 mmHg, la alta, y 80 mmHg, la baja. Estos serían los valores óptimos, aunque, entre la población adulta también se encuentra dentro de la normalidad valores de alta por debajo de 140 mmHg y de baja por debajo de 90 mmHg.
Una presión arterial elevada, tener la tensión alta, es peligrosa para nuestro organismo. Esto puede ocurrir de manera puntual por una situación de estrés o la ingesta de ciertos medicamentos, por ejemplo, la mayoría de antiinflamatorios; sin embargo, tener una tensión alta de manera constante es de por sí una patología, la hipertensión, con consecuencias en nuestro sistema cardiovascular y nuestros órganos.
La hipertensión (presión arterial elevada) es un problema habitual entre la población que en muchos casos no presenta sintomatología, por lo que se suele detectar de forma casual en una revisión médica, una visita al dentista, etc. Por esto es importante tener el hábito de tomarnos la tensión con cierta periodicidad y, la verdad es que lo tenemos muy fácil, tan sólo tenemos que acudir a nuestra farmacia para medirnos la presión arterial.
En determinadas ocasiones, se puede producir un pico de tensión, por ejemplo, en situaciones de mucho estrés o por una causa externa (toma de algunos medicamentos o un mal uso de las pastillas de la tensión). Los síntomas son dolor de cabeza intenso, mareos, náuseas, palpitaciones, temblor y sensación de frío.
Una vez detectada la hipertensión y según los casos, puede ser necesaria medicación específica para la tensión alta, acompañando este tratamiento con unos hábitos de vida saludables. El aumento de tensión es indicativo de la pérdida de elasticidad de nuestras arterias por distintas causas (edad, colesterol, alcohol, tabaco…), la forma de bajar nuestra tensión arterial y mantenerla en unos parámetros normales es seguir estas recomendaciones:
- Lleva una dieta saludable, baja en grasas y baja en sodio.
- Controla tu colesterol. Esto con una dieta saludable y ejercicio físico podemos conseguirlo si no tenemos ninguna patología relacionada con el metabolismo de lípidos.
- Identifica aquellos medicamentos que puedan provocar un aumento de tensión y consulta a tu médico o farmacéutico sobre su uso, especialmente con aquellos que no necesitan prescripción médica.
- Realiza una actividad física moderada a diario. Esto es realmente crucial para mantener sano nuestro sistema cardiovascular, incluyendo la elasticidad de nuestras arterias.
- No fumes o, si lo haces, deja el tabaco. Existe una correlación directa entre el consumo de tabaco y problemas cardiovasculares y aumento de tensión.
- No consumas alcohol o hazlo con mucha moderación.
- Lleva una vida lo más tranquila posible dentro de las obligaciones que seguramente tengas que cumplir en tu día a día.
- Los picos de tensión dan avisos claros, escucha tu cuerpo y cambia tus prioridades
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