Lucir una piel bonita y con un aspecto saludable requiere de un cuidado diario. La piel es uno de los órganos más sensibles de nuestro cuerpo y si queremos mantenerla suave y en buen estado debemos prestarle atención, especialmente en determinadas épocas del año como en verano o invierno en las que el clima y otros factores ambientales hacen que se reseque y muestre un peor aspecto.
Las cremas de farmacia: eficaces y de precios asequibles.
Hay dos palabras claves que debemos tener presentes si queremos cuidar la piel de nuestro cuerpo y rostro y mejorar su aspecto: protección e hidratación.
- Protege la piel del sol.
Los rayos UV del sol la principal causa del envejecimiento y de la aparición de arrugas y manchas en la piel. Si queremos una piel saludable es importante utilizar cremas con factor de protección (SPF) adaptadas a nuestro tipo de piel, tanto para el rostro como para el cuerpo, especialmente cuando vamos a la playa, piscina o a la montaña. Podemos encontrar una amplia variedad de protectores solares, pero no todos son tan completos, ni de igual calidad, ni ofrecen la misma cobertura. Además de ser de amplio espectro UV hay protectores solares que incluyen ingredientes que aportan un beneficio adicional a nuestra piel además de la protección (hidratantes, efecto antiedad, luminosidad, etc.). Debemos elegir la textura dependiendo del tipo de piel: cremas en el caso de piel seca; emulsiones o oil-free para pieles grasas; con ingredientes seborreguladores en el caso de acné, etc. Tu farmacéutico pueden hacerte una recomendación personalizada de acuerdo a tus necesidades o preferencias.
- Cremas hidratantes.
A la hora de elegir una crema facial hidratante es imprescindible conocer nuestro tipo de piel (seca, mixta, normal o grasa) y cuáles son sus necesidades específicas. En el caso de pieles sensibles también existen productos específicos en la farmacia, ya que son más delicadas que el resto de pieles. Las cremas hidratantes, dependiendo de los ingredientes que contengan (vitamina C, retinol, ácido hialurónico, ácido glicólico, etc.) además de hidratar pueden utilizarse para mejorar otros aspectos de nuestra piel. Por ejemplo, tratar los primeros síntomas del envejecimiento, proporcionar mayor luminosidad a nuestro rostro, controlar el acné, reducir arrugas y líneas de expresión, etc. Así que es importante que seleccionemos el tipo de crema hidratante en función de nuestro tipo de piel y el objetivo que persigamos.
Además de utilizar las cremas adecuadas, el cuidado de la piel se completa con una alimentación sana y equilibrada rica en frutas y verduras y una correcta hidratación de nuestro cuerpo. No hay que olvidar que el cuidado de nuestra piel comienza desde dentro.
Además de funcionar muy bien y tener un precio asequible, la mayoría de las cremas de farmacia están recomendadas por dermatólogos. ¡Se puede pedir más a una crema para la piel!
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